martes, 24 de julio de 2012

Ellas, ellos y uno en el jardin

Atrapado en tormentas de buen tiempo, uno se sienta en el jardín a ver las arañas tejer sus telas. Dulces sedas que a más de un distraído volador atraparán.
 En la entrada de la casa, a la salida al jardín. Uno se sienta y piensa. Piensa que quisiera no pensar. Ellas, las arañas, reinas de sus sedas trabajan y trabajan sabiendo que mañana será un dia mejor. Ellos, solo vuelan buscando quien sabe que en quien sabe donde.
 En el escalon más alto uno se sienta y observa. Ellas ya están casi listas para el banquete. Ellos perdidos en la oscuridad, guiados por falsas lunas pierden los objetivos pero siguen y vuelan, cegados por las luces de alguna ciudad, pero en la oscuridad del jardin.
Uno se sienta y piensa, y las asocia a ellas y a ellos a su vida diaria. Ellas se sientan en el medio de sus telas y esperan en silencio. Preguntandose si esa tela se ve bien. Ellos tarde o temprano caerán.
 Uno mira con pena lo que está a punto de ocurrir.
 Ellas los ven.
Ellos no las ven.
Y caen...
Ellos se sienten cómodos en las telas. Ellas apresuran el paso. No quieren dejarlos partir. Se acercan y los miran a los ojos. Ellos acaban de descubrir terror en las miradas de ellas. Ellas los miran. Por un momento parece ser que hasta sienten pena por lo que va a pasar, pero al final no hay remedio.
 Uno se sienta en el calor del verano piensa . Ellas los besan. Ellos pelean por seguir volando sin rumbo pero al final no lo consiguen y lo saben.
 Ellas consumen con un poco de tristeza la vida de ellos y ellos, se dejan llevar. Pierden sus almas. Los voladores ya nunca volarán.
Uno ve la mañana acercarse  sentado en el jardín y piensa. Es la hora de dormir. Y aquella noche en el mundo nada exraordinario pasó.

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