sábado, 26 de abril de 2008

El fantasma en el rincón

Como tantas otras veces, llegué molido a casa después de un día muy largo. el dolor en las piernas, la contractura en la nuca, los ojos rojos. un día más que se acabó. Inmediatamente la ducha me da consuelo seguida de un té y el delicioso manjar de una buena cama.
Era tarde ya. Curiosamente esa noche no puse música, como es mi costumbre. Alrededor solo silencio. A pesar de todo el ritual antes de ir a dormir al sueño le costó llegar. Tendido en la cama esperaba con el con la paciencia de un budah.
De pronto mientras miraba quien sabe que en la pared de la habitación, empecé a sentirme observado. Una mirada se clavaba en mi. El sobresalto fue tal que ni siquiera logré moverme para encender una luz o preguntar quien estaba ahí. Desde mi cama envuelto en cobijas no logré distinguir al principio más que el brillo de dos ojos pálidos que se fijaban fríamente en mi. alrededor de esos ojos poco a poco se empezaba a formar un rostro de un blanco mortecino. Ahora ya tenia hasta una expresión. Daba mucho miedo y a la vez pena. Era como un fantasma blanco de ojos muy claros pero hundidos en cuencos de un negro muy profundo. Dirigí la mirada hacia otro sitio con la esperanza de que la indiferencia le hiciera desaparecer de mi mente pero al volverme sobre el rincón seguía ahí. Expectante. Como si esperara que fuera yo el que desapareciera de pronto.
Así pasaron larguísimas horas de esa noche. Mirándonos el uno al otro deseando nuestra desaparición. Al cabo de un buen rato el cansancio volvió a vencerme. El sueño empezó a acariciar mis párpados rojos y cansados. Aquel rostro tan horrible en el rincón se mezclaba con imágenes oníricas. Ya no era tan feo. poco a poco deje de prestarle atención a medida que llegaban a mi mente sueños de calma y tranquilidad. De a ratos reaparecía esa cara de pena pero cada vez se veía más calma, como con un poquito de esperanza.
La hora azul entró por la ventana y me besó en la frente. Un pájaro lejano me despertó al compás de una sirena.Había tenido buenos sueños y me desperté con la decisión de salir. De pronto la suave brisa fresca de la primavera se coló en la habitación por algún lugar y se metió fría entre las sabanas. El calofrío me hizo recordar el suceso de la noche y rápidamente voltee hacia al rincón donde se encuentra inerte como siempre, el espejo.

miércoles, 23 de abril de 2008

no surprises

Todo el tiempo en la calle. Afuera. Ahí el tiempo pasa rápido. Ir, venir, volver a ir. Ahí nadie te ve. Sólo uno más que esquivar en la acera done pega el sol. Aquí todo es diferente. En este lugar mando yo. El orden es mi orden y el de nadie más. Puedo ir y venir si realmente quiero. No hay nadie más. Nadie!

Sólo hay un problema; ¿con quién comparto esta alegría de estar solo? Mm... Me acerco a la ventana y los veo a todos corriendo de un lado a otro. Hileras de hormigas desesperadas por llegar a casa. Y yo, que ya estoy acá empiezo a desesperar. ¿A cuántos más le ocurrirá lo mismo? Tanto tiempo y energía gastados en acondicionar un lugar propio, donde todo sea perfecto, donde uno sea el Amo y Señor. Y al final otra vez esas ganas tremendas de correr como hormiga enferma rumbo a... a... Nunca supe a donde va la gente con tanta prisa. Supongo que buscar un lugar de donde escapar.

Somos, evidentemente gregarios. No hay forma de estar realmente solos. Ahora entiendo porque el aislamiento es un castigo. Pero no somos perfectamente sociables. Ahora entiendo por que el hacinamiento es un castigo. ¿Cuál es la medida justa? Ni muchos ni pocos.

Los que estamos acostumbrados a las ciudades sabemos muy bien que nunca, jamás podremos estar solos. Porque pocos son los que realmente consiguen la soledad antes del descanso eterno. ¿Cuántos de los que en este momento leen esto no habrán deseado estar solos, sin que nadie los moleste? Y cuando lo consiguen. quieren contárselo a alguien. ¿Cuántos son los que alguna vez quisieron no escuchar a nadie y terminaron "solos" en casa escuchando una canción? Siempre necesitamos que alguien participe de nuestra soledad. Un libro, una canción, una película, una revista, un flyer, un cuadro. siempre hay algo de alguien más en nuestra soledad. Y muchas veces estamos presentes en las soledades de los demás.

En definitiva, no creo que exista soledad verdadera sino formas mas atenuadas de estar acompañados...

martes, 15 de abril de 2008

Adios muchachos!



¡Adiós muchachos! Esta vez le toca al tango desaparecer. Se muere poco a poco. Ya nadie quiere saber de él. Ya solo nos quedan algunas deformaciones, aberraciones herederas de lo que fue todo una cultura. una época, una moda.

¡Adiós muchachos! Hoy le toca al siglo pasado dejarnos, quedarse atrás. No es tristeza o tal vez si. se acabaron los "ford t" los bailongos y milongas. Los sombreros se volaron con el viento del tiempo que todo lo arrastra.

¡Adiós muchachos! corrieron hacia el olvido las señoritas de sombrero con flores y los caballeros de traje oscuro. Hacia el fondo del mar. O del rio, según de que orilla se lea. La sal los mantendra siempre a flote cuando algun aventurero del tiempo se decida a reanimarlos. Siempre hay salvavidas...

¡Adiós muchachos! pero por suerte siempre se puede "volver"