Como tantas otras veces, llegué molido a casa después de un día muy largo. el dolor en las piernas, la contractura en la nuca, los ojos rojos. un día más que se acabó. Inmediatamente la ducha me da consuelo seguida de un té y el delicioso manjar de una buena cama.
Era tarde ya. Curiosamente esa noche no puse música, como es mi costumbre. Alrededor solo silencio. A pesar de todo el ritual antes de ir a dormir al sueño le costó llegar. Tendido en la cama esperaba con el con la paciencia de un budah.
De pronto mientras miraba quien sabe que en la pared de la habitación, empecé a sentirme observado. Una mirada se clavaba en mi. El sobresalto fue tal que ni siquiera logré moverme para encender una luz o preguntar quien estaba ahí. Desde mi cama envuelto en cobijas no logré distinguir al principio más que el brillo de dos ojos pálidos que se fijaban fríamente en mi. alrededor de esos ojos poco a poco se empezaba a formar un rostro de un blanco mortecino. Ahora ya tenia hasta una expresión. Daba mucho miedo y a la vez pena. Era como un fantasma blanco de ojos muy claros pero hundidos en cuencos de un negro muy profundo. Dirigí la mirada hacia otro sitio con la esperanza de que la indiferencia le hiciera desaparecer de mi mente pero al volverme sobre el rincón seguía ahí. Expectante. Como si esperara que fuera yo el que desapareciera de pronto.
Así pasaron larguísimas horas de esa noche. Mirándonos el uno al otro deseando nuestra desaparición. Al cabo de un buen rato el cansancio volvió a vencerme. El sueño empezó a acariciar mis párpados rojos y cansados. Aquel rostro tan horrible en el rincón se mezclaba con imágenes oníricas. Ya no era tan feo. poco a poco deje de prestarle atención a medida que llegaban a mi mente sueños de calma y tranquilidad. De a ratos reaparecía esa cara de pena pero cada vez se veía más calma, como con un poquito de esperanza.
La hora azul entró por la ventana y me besó en la frente. Un pájaro lejano me despertó al compás de una sirena.Había tenido buenos sueños y me desperté con la decisión de salir. De pronto la suave brisa fresca de la primavera se coló en la habitación por algún lugar y se metió fría entre las sabanas. El calofrío me hizo recordar el suceso de la noche y rápidamente voltee hacia al rincón donde se encuentra inerte como siempre, el espejo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Una manera muy intima y sencilla de escribir, Senor Petite. Tienes mucho encanto...
Shaila
no cabe duda de que eres un tio reflexibo. Nos vemosss
te acordás de cuando vimos pasar la hora azul con dan aquella mañana luego del funesto encuentro de Michelle con Shirley?
recuerdo que íbamos caminando por ahí (en ese mismo momento Michelle debía de estar pegándole a Jude)
ojalá que el fantasma cambie de aspecto: se está pareciendo demasiado a la parca y yo NO me hago responsable
abrazo
Interesante. Estilo Horacio Quiroga, aunque tendrías que comprarte unas comas aunque sea, jeje. Veo que mejoraste mucho con lo de las faltas de ortografía.
Lo siento pero primero veo esas cosas.... me gustó mucho. Por lo que veo cada vez nos parecemos más físicamente, (yo también parezco un fantasma).
Por lo del cumple, gracias, pero no te preocupes que yo también me olvidé....
Publicar un comentario